propuesta_noviembre_13

12 realización de ceremonias, las que siempre instalan al padre como guía de estas en los múltiples relatos que don Germán ha hecho sobre su infancia. En dichas instancias, su madre destinaba su energía a la preparación de comida para las personas que participaban de esos rituales. Entre los 12 y 14 años, don Germán trabajaba con su papá en el cerro y, por ende, toda la economía familiar, prácticas y la vida cotidiana, giraba en torno a las actividades productivas del lugar que habitaban. Hasta los 14, relata, sólo usaba ropa de lana: chaleco de fibra de oveja y pantalón de fibra de llama o alpaca. Las ojotas eran de cuero, “livianitas y blanditas”, pero le dañaban los pies. Dentro de la vida ganadera era común la trashumancia. A los 15 años, recuerda que fue a pie con su papá a Tacna. Demoraron dos días. Viajaban con una caravana de llamas, transportando maíz tostado y charqui. Además, debían llevar agua para su consumo. Llevaban, también, siempre una ollita y mate de hierbas silvestres para capear los fríos del altiplano. Salían a Pachía. Pasaban la frontera sin sellar ningún papel ni mostrar algún documento. Iban a Tacna y a Tarata. Respecto a la partida de su padre, don Germán dice que no recuerda. “Tiene que haber sido una enfermedad más grave, yo creo… Claro que en el (certificado de) defunción sale pero, ponen cualquier cosa los carabineros”. Tuvo que pagar con un alpaco a los militares para que llevaran a su papá. A su mamá, la cargó él: “la llevé en carretilla de rueda de fierro. Yo mismo la llevé. Subimos a una carretilla sentada así; tapamos con algo, frazada así”. Describe una gran subida y un camino de 6 km. Dice que fue terrible. Su madre murió en 1969, a los 53 años, y su padre en 1972, a los 85 años.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjA1NTIy