HISTORIAS, MEMORIA RURAL Y FUTURO: a 50 años del Golpe de Estado

HISTORIAS, MEMORIA RURAL Y FUTURO: A 50 años del Golpe de Estado ~32~ lista y con un lápiz de color rojo tachaba con una raya, cada nombre que escogía. “El general Arellano procede a poner un ticket en cada nombre del detenido que seleccionaba”, declaró el coronel Ariosto Lapóstol, en el proceso judicial por el caso. Mientras, Marcelo Moren Brito anotaba la nómina seleccionada en una libreta aparte. El modus operandi observado en La Serena se repitió luego en Copiapó: revisión de las carpetas de los detenidos y luego la marca de la muerte. En su declaración por el caso Copiapó, el entonces teniente Enrique Vidal Aller indica claramente que apenas aterrizó en el regimiento Atacama, Arellano reprendió al comandante Haag a cargo de la unidad por no vestir “tenida de guerra”, sinónimo de que la comitiva también llevaba mensajes explícitos a los militares para que fueran drásticos en su actuar con los detenidos. El modo en cómo trataron a los detenidos, en particular a quienes habían sido seleccionados en la triste y célebre lista, daba cuenta del oscuro propósito de la visita. De nuevo Vidal Aller entrega antecedentes de lo que se vendría luego cuando al relatar la reunión que se desarrollaba entre Haag y Arellano sucede un hecho que el ex militar no olvidó jamás: “salió el teniente Armando Fernández Larios, me preguntó dónde estaban los detenidos, fue hasta dicho lugar y premunido de un arma —que consiste en un mango con cadena y una bola de púas— golpeaba en la cabeza a la gente. De este accionar resultó muerta una persona de nombre Leonello Vincenti. Esto estuvo en conocimiento del mayor Arredondo y del capitán Carlos Brito, quien increpó al teniente Fernández Larios por su cometido, respondiéndole éste que dependía del general Arellano y no de él”28. “En la madrugada del 17 de octubre de 1973, los asesinaron a todos, en el mismo momento y en el mismo lugar, al interior del regimiento. Diecisiete años después se halló la fosa clandestina donde habían sido escondidos los cuerpos de los 13 ejecutados… En los exámenes de peritaje en el Instituto Médico Legal sólo se encontró una bala en uno de los cuerpos, el resto eran solo cortes de corvo, cuchillos, yataganes, quebraduras de cráneo, y quemaduras de soplete… tres de los cuerpos fueron encontrados decapitados”29. Otros relatos sobre el criminal acto militar están contenidos en el libro de Zita Cabello, que aborda la ejecución de su hermano Winston Cabello Bravo, donde está registrada parte de la entrevista que le hizo al funcionario del registro civil, Víctor Bravo Monroy, que fue llevado por los militares a certificar la defunción de los ejecutados cuyos detalles no se entregan en el texto. Una vez concluida la conversación con el funcionario, el testimonio relata que “tenía los ojos llenos de lágrimas” y su autora sintió “nauseas durante todo el camino de regreso a Copiapó”30. 28 Patricia Verdugo, La Caravana de la Muerte. Pruebas a la vista; op. cit. pág. 33 29 Jessica Acuña Neira, Viven en nuestra memoria, editorial Alicantoazul, 2018, pp-13-14. 30 Zita Cabello Barrueto; Historia de un hombre que se negó a huir, op. cit., págs. 163-164.

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