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52 “Yo cuántas [alarga la a] veces iba, cerro, a buscarlos en la mañana temprano”. Dice que ese día, un sábado, se hacían unos pequeños rituales y que, con un chaco26, se amarraba a las hembras. “Amarran a unas veinte…unas veinticinco hembras”. Mientras que las hembras con crías se dejaban en el corral de espera, el resto era trasladado a otro corral. Don Germán explica que por esa razón hay varios corrales. En el corral donde las llamas están amarradas, los machos entran y eligen a la hembra. “El dueño va colocando unos aretitos en la oreja a las hembras que ya van a quedar preñadas”. Se repite la secuencia unas veces más, y la hembra que no acepta la monta comienza a saltar o a escupir al macho. La que está en celo, en cambio, se queda tranquila. Las que faltan, se quedan en el corral hasta cruzarse. “Ellos conocen. Conocíamos a los animales” y, agrega, como representando a alguien: “ahh este, el blanco, el negro, que el café…”. La monta dura de unos treinta a cuarenta minutos en total. Pasado ese tiempo, se suelta a las hembras que habían quedado en el corral de espera y se da inicio a la celebración. A la mañana siguiente, su papá preparaba el almuerzo. Se llevaba una cazuela al corral, la que acompañaban con mote blanco (dice: “de maíz…cocido, bien cocido”) y queso de oveja. Se repartía en una fuente para todas las personas que habían ayudado. El hermano de don Germán tocaba música con un instrumento de cuerdas que no recuerda si era guitarra o charango. Se bailaba durante la primera monta. Luego, ya no; sólo la comida. Don Germán asocia la continuidad de la danza a que la celebración se prestara para tomadera y recalca que “no, eso no. Era algo sano: la comida”. Finalmente, menciona que era importante “agradecer a algunos vecinos, viene también un apoyo de… cómo decir… ayni. Después mi papá va a ayudar también al vecino. Eso se ha olvidado a estas alturas”. Muchas actividades requieren un elevado número de personas para ser llevadas a cabo. Una mezcla entre la migración a las ciudades, el envejecimiento de la población rural y la instalación progresiva de la cosmovisión euro-cristiana-monoteista (Bispo, 2015), han hecho frágil lo que antaño fuera una sólida piedra sobre la cual se levantara todo el sistema social, político, económico y simbólico de las comunidades aymara (Hidalgo, H. L., 2014). “También en noviembre y diciembre es el tratamiento de animales (...) baño antisárnico… Ahí tengo, no sé si lo vio, ahí”. Se refiere a la hendidura que hay junto a su corral, donde realizan los baños antisárnicos. Pregunto si siempre han hecho el baño, y me dice que no. Antiguamente, su padre hacía una mezcla de azufre, paja quemada (ceniza de paja brava) y orina de humano que hacían fermentar. Comenta que su padre sacaba el azufre del cerro. Enero La monta dirigida continúa durante este mes y puede alargarse a febrero. El 1º de enero, con su padre, se agradecía a la Santa Tierra en el cerro sagrado que se emplaza junto a su casa. Don Germán recuerda: “no sé por qué mi papá lo hacía así. Y mataba a dos llamos blancos. Hacía un wilancha y agradecía a los mallku t’alla”. Traduce mallku como cerro y t’alla como tierra, pero menciona que no está muy seguro de esta traducción, porque muchas palabras ya se le han olvidado. Dice que un año intentaron reactivar esa tradición, pero que terminaron dejándola. 26 Según el relato de Don Germán, las hembras eran amarradas con una soga a la que se refiere como chaco. En la bibliografía consultada, sin embargo, chaco hace referencia al acto de cazar a diversos camélidos como guanacos, vicuñas, e incluso a animales acuáticos (Claros, E., 2012).

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