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26 La inversión de valores, creencias y prácticas explicita lo violento e intenso que fue el proceso de aculturación dentro de las comunidades, tanto a nivel colectivo como personal. Mientras la comunidad se desmenuzó, instalando la idea del individuo y la competencia, la persona o jaqi experimentó un proceso de crisis identitaria debido a la imposición de un sistema en el cual sus modos y formas no constituían parte de la norma. En palabras de Tudela (2002), Los efectos del sistema escolar chileno entre los aymaras se pueden dimensionar en dos planos: en lo ideológico y en lo social. En el primer caso, los contenidos de la instrucción conducen a una crisis ideológica, por la influencia del nacionalismo, desarrollismo y positivismo. El conocimiento científico hace que los jóvenes adquieran una racionalidad diferente y perciban la realidad de manera más secular o desacralizada (...) La mayoría de los jóvenes ya no creen en las explicaciones de los ancianos (Tudela, P., op. cit., p. 6). La quema Al octavo día luego de la muerte de la persona, en la mañana se hace un sahumerio de incienso y copal, y se prenden unas velas. En la tarde, se carga un llamo joven -de un año, “el mejorcito llamo”, dice- con alimentos y las pertenencias de la o el difunto, como si estuviera yéndose de viaje: en una caravana. Quienes están con el duelo se despiden del llamo. “Ya, definitivamente, ya no va a volver nunca más”, dice don Germán. El llamo sale corriendo. Dependiendo de si el llamo corre o se resiste, se interpreta cómo la persona muerta está dejando la vida. De joven, don Germán participó intentando atrapar al llamo con la carga. Se arranca. El llamo se va solito. Con una … soga. Un joven que es bueno para correr. Y cuchillo, tiene que llevarse acá. Y matar ese… avanzan así. Y se va como loco el llamo. Se va no más, fshhh [hace onomatopeya de viento]. Ese está contento el finado porque, ya, su muerte… está contento que no…Pero hay llamos: no te caminan. Está gritando, renegando el llamo, ya no quiere caminar. Se vuelve pa’ atrás. Entonces, ese finado murió amargado. O alguien le hizo una brujería pa’ que se muera la persona. Entonces, el finado ha muerto por alguna amargura. Entonces el llamo [enfatiza el no] no quiere irse. Pero alguno con muerte natural, se va con carga y ¡buuu!, corriendo como loco. Capaz puede llegar no sé dónde: un kilómetro, dos kilómetros (don Germán Flores Mamani, conversación personal, 13/05/2023) El joven que persigue al llamo debe intentar matarlo. A veces, el llamo se le escapa y otras, simplemente, se echa al suelo. En su experiencia, cuenta que él siempre debía mirar hacia donde el llamo se iba corriendo y no, en cambio, al lugar en el que estaban las y los seres queridos de la persona difunta: “siempre he mirado pa’ allá. No para acá”14. Después de muerto, juntaban leña y hacían la quema, a unos doscientos o trescientos metros de donde estaba la familia. Don Germán dice: la despedida. Ahí decían que aparecía “el flojo” con una manta roja. “Ellos lo ven. Pero yo nunca lo pude ver. Una vez me llevé binoculares. Estos viejos andan mentirosos”, dice como representándose a sí mismo en ese momento, dudando sobre la veracidad de quienes decían ver al flojo. 14. Según la bibliografía publicada, hay quienes son acompañados o acompañadas por otros animales, como el perro con el que vivían. La idea es que el animal ayude a guiar el camino de la persona fallecida y le preste socorro, en caso de que esta lo necesite (Parra, R., 2016).

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