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19 Charqui Su papá trabajaba una semana para fabricar el charqui. Dentro del sistema de símbolos y creencias con el que don Germán ha crecido, cada día se asocia a algo bueno o a algo malo10; a un momento de descanso o de actividad. Se consideraba que los días de la semana coincidían con prácticas definidas: los lunes y jueves, eran los días del difunto; martes o viernes eran días para hacerse las hojas de coca; miércoles y sábados, días para agradecer a la divinidad; y domingo, día de descanso. Para el caso del charqui, los días se dividían en la siguiente secuencia de trabajo: lunes, se faenaba al animal; martes, se fileteaba al animal; jueves, se “tiene que dormir, o sea, que reposa el charqui”; viernes, se ponía al sol, se machacaba y se cocía en cuadritos. Según el relato de don Germán, su padre sacaba ciento veinte charquis de un llamo. Partería Su padre ejercía la partería con la señora Natividad, como él mismo lo haría después con su esposa. Antes del nacimiento, cuenta don Germán, las parteras tomaban el pulso de la mujer embarazada y así sabían cómo iba a venir el bebé. Luego del parto, utilizaban un parche de ricino y yareta: le ponían el parche en la espalda a la mujer, que en las semanas posteriores no podía cocinar. Tampoco debían bañarse durante el primer mes. Don Germán dice que le hacían unos masajes, y agrega: “la mujer daba a luz en una cama de barro. Se cuidaban casi un mes”. Cachiguango (2006), antropólogo ecuatoriano, sostiene que las unanchu-mama11 o los hombres parteros son autoridades ancestrales, esto es: que obtienen el reconocimiento y liderazgo a partir de la pericia adquirida en su oficio y no por designación o elecciones. La partería dentro del mundo aymara comprende el proceso completo, desde la gestación hasta el puerperio. Desde la concepción, la mujer pasa a ser una usuri-warmi, es decir, una mujer que tiene a un ser humano en su vientre y que, por lo tanto, realiza las labores cotidianas con cierta restricción (Alanoca et al., 2019). Desde el nacimiento, en casa de la madre, comienza el proceso de socialización del niño o niña, llamado “thakhi wawa (thakhi = camino, sendero y wawa = niño, niña), es decir, el camino que tiene que seguir” (op. cit., p. 890) la criatura en su desenvolvimiento para llegar a configurar su personalidad dentro del entramado cultural aymara. El sendero a través del cual llega a realizarse como jaqi. Gramilla o garbancillo Mientras camina por los bofedales, don Germán me habla de la gramínea, una planta que crece a ras de suelo, de hojas redondas y verde claro, que intoxica al ganado. El padre de don Germán le decía que había que observar a los animales que comían de esa hierba y sacrificarlos primero, pero buscar alguna solución. Le decía que había que quemar el garbancillo, tostarlo, molerlo y dárselo al animal. Don Germán nunca lo practicó, “por falta de manos”, dice. Nunca probó el método. 10. Don Germán explica cómo se sabía la suerte que iba a tener según quien se cruzara por su camino al despuntar el día: “En la mañana se cruza un varón: buena suerte. Si es un amigo, ¡mucho mejor! Si se cruza una dama o una jovencita, mala suerte”. 11. Explica que, en su mayoría, las mujeres son quienes llevan a cabo esta práctica. Esto no es una actividad exclusiva de ellas, sin embargo, como bien se puede ver en el relato de don Germán, según el cual tanto él como su padre practicaron la partería.

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